El blockchain es una tecnología que puede ayudar a las ciudades inteligentes en su proceso de digitalización, que aunque va evolucionando lentamente sigue siendo una tarea pendiente. Se van diseñando todo tipo de aplicaciones y sensores que tendrán un gran impacto, pero ninguno comparable a la de la cadena de bloques.
Aplicado a la movilidad
La movilidad urbana no para de evolucionar, algo que no va a pasar desapercibido en una ciudad inteligente. Gracias al blockchain, es posible registrar las diferentes interacciones realizadas por los vehículos, tanto entre sí como con su entorno. La información recabada es de gran importancia, pues contribuye a entender mejor el flujo del tráfico o los puntos más conflictivos.
Una de sus principales aplicaciones tiene que ver con la optimización de la seguridad vial. Se dispone de suficientes datos para resolver todo tipo de conflictos. Si una calle se congestiona en horas punta, se podrán implementar acciones para subsanar este inconveniente. Además, será más sencillo garantizar el buen mantenimiento de los vehículos ya que podemos conocer las averías que han tenido y fueron resueltas.
La cadena de bloques puede ser esencial para el desarrollo del coche autónomo, lo que supondrá una revolución en la movilidad. Una vez más, los datos son la clave para conseguir tal progreso. Al poder transmitirlos de manera segura entre vehículos, sus inteligencias artificiales tomarán mejores decisiones. Así, no solo calcularán en menos tiempo una ruta rápida, sino que no les costará desplazarse.
Asimismo, en caso de que se produzca el robo de un vehículo, el blockchain contendrá la información de su propietario. Si esto se une a una fácil localización, la demora en recuperar el coche robado se reducirá de forma considerable. Por tanto, la criminalidad en esta área tenderá a rebajarse.
Los contratos inteligentes
Otra aplicación interesante a la que debe prestar atención son los contratos inteligentes. Se trata de programas informáticos que automatizan, verifican y ejecutan automáticamente los términos de un contrato establecido entre dos o más partes. Para garantizar su funcionamiento, se escriben en código y se cumplen en una red de cadena de bloques, lo que los dota de características únicas y beneficios significativos.
Su impacto se aprecia en la gestión de los servicios públicos, que ganan en eficiencia y transparencia. El suministro de agua o electricidad se puede registrar y controlar de manera automática. Desde el pago a la distribución, desaparecen una amplia variedad de pasos intermedios. Eso sí, no perdemos seguridad, ya que cualquier cambio quedará registrados para su posterior comprobación.
La gobernanza y la participación ciudadana se ven reforzados. Los contratos garantizan, por ejemplo, que las votaciones electrónicas sean seguras y verificables. Así, se simplifica que los habitantes de la ciudad actúen en la toma de decisiones, desde los asuntos importantes a los menores. Asimismo, la transparencia aumenta en el uso de los fondos públicos y su asignación se torna más eficiente.
Manejo de la energía
El blockchain para ahorrar posibilita conocer el consumo de cada edificio de la ciudad con una gran precisión. La gestión del uso de la electricidad, como consecuencia, optimiza su generación. Igualmente, se gana en cierta predictibilidad de la demanda, dado que es posible analizar las tendencias. Los datos nos facilitan comprender en qué momento se utiliza más y en cuáles menos.
Tampoco debe olvidar que la electricidad pasa a ser trazable, desde el punto de origen al de consumo. Podríamos determinar si se ha producido utilizando una fuente renovable o no, lo que ayuda a esquivar infracciones de la legalidad.
Gestión de residuos
Los residuos llegan a ser problemáticos en algunas ciudades. Si no se recogen y gestionan de manera adecuada no dejarán de aumentar y se convertirían en un problema de salud para los habitantes de la ciudad, afectando también al medio ambiente. Con el fin de prevenir consecuencias graves, su manejo y supresión deben ser los adecuados.
Al igual que en otras áreas, la cadena de bloques facilita registrar y rastrear tanto la recolección como el tratamiento de la basura. Así, podemos supervisar todo el viaje realizado hasta el reciclaje final, en especial para constatar que se cumple de manera adecuada. En cuanto a los residuos que solo se pueden eliminar, se sabrá cómo se han gestionado.
En cualquier caso, el objetivo es garantizar que los procesos se cumplen y que resultan tanto eficientes como efectivos. Toda irregularidad será sencilla de encontrar al quedar registrada en la propia cadena, la cual es prácticamente imposible de modificar.
En definitiva, blockchain es una tecnología que nos acerca un paso más hacia la ciudad inteligente. Sus características y posibilidades afectan a casi cualquier área de gobierno. Desde la gestión del tráfico a los residuos, veremos aumentadas la seguridad, la trazabilidad y, sobre todo, la transparencia. A la hora de gestionar proyectos así, necesitamos la mejor asistencia técnica. ¡Consúltenos sus dudas!
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